Jesucristo y su Iglesia son uno
Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; Colosenses 1:17-18 Jesús, el Hijo del Hombre, el Alpha y Omega, la Roca inconmovible, la Plenitud de Dios, el Deseado de las naciones; estos y muchos otros nombres le pertenecen a el que rige mis días y mis noches, el que vino a esta tierra para tomar tu lugar y el mío. La pregunta que nos debemos hacer es: ¿Seremos capaces de alcanzar la salvación por nosotros mismos? La respuesta es simple: No. ¿Cómo podremos acercarnos a Dios cuando nuestra naturaleza humana está siempre luchando con la falsedad, el orgullo y la rebeldía en contra de Él? La Biblia nos enseña que solo a través de Jesucristo es que podremos alcanzar la vida eterna. Cuando el entra en nuestros corazones a través de nuestro arrepentimiento, pues sin arrepentimiento no hay perdón de pecados, entonces nos convertimos en hijos y si hijos, también herederos de Dios y coherederos con Cristo. Hace solo unos días se cumplieron treinta años de haber tomado esa decisión y donde pude experimentar ese momento en mi vida. Algo tocó mi corazón cuando escuché palabras de vida que manifestaron el gran amor de Jesucristo y yo permití, o sea, tomé la decisión de recibir el mensaje de vida eterna. Yo confesé con mi boca que yo quería lo que Dios me estaba hablando. Jesús había venido a la tierra para morir por mí, y fue en ese momento que el mensaje se convirtió en algo muy personal: esas palabras eran para mí. Jesús, escuchó mi arrepentimiento sin titubeos, y yo recibí su perdón. Inmediatamente mi vida comenzó a cambiar y hoy puedo decir, sin lugar a duda, que soy una discípula de mi Dios y que mi mayor deseo es agradarle con mi caminar sobre esta tierra. Él me sigue enseñando a través de su Santo Espíritu que todo lo que la Palabra establece es para bendecirme y no solo a mí, sino a mis seres queridos, y a aquellos que están de una manera u otra a mi alrededor. Es importante que entendamos que Dios Padre deseaba que en Jesucristo habitara la plenitud para reconciliar todas las cosas que están en la tierra como en el cielo y así hacer la paz mediante la sangre de la cruz. La salvación está disponible para todos los que toman la decisión de recibir a Jesucristo como su Señor y Salvador. Dios Padre le dio a Jesús un nombre, sobre todo nombre para que en su nombre toda rodilla se doble y toda lengua confiese que Él, y solo Él es el Señor y Salvador en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra. Cuando nosotros reconocemos y honramos a Jesús con nuestras vidas, el cielo está y estará respaldando lo que hacemos. Esto no quiere decir que somos perfectos, para nada. Yo pienso todo lo contrario, creo que al entender en nuestro espíritu la gran responsabilidad que hay sobre nuestros hombros de vivir una vida diferente, nos hacemos más conscientes de nuestras debilidades. Jesús, murió, resucitó y ascendió a los cielos para sentarse a la diestra del Padre y desde allí interceder por todos nosotros, pues solo Jesucristo es quien tiene el poder y la autoridad ante el Padre para que eso suceda. ¿Qué te quiero señalar con esta verdad? Si eres una de esas personas que han puesto su confianza en estatuas, imágenes, amuletos y demás, piensa lo que te acabo de compartir. Solamente Jesús, es quien murió y derramó su sangre como el pago de la deuda de toda la humanidad. Legalmente Jesús le quitó la autoridad a Satanás y tal y como nos enseña la carta a los colosenses, anuló el acta de los decretos que había contra nosotros y la removió clavándola en la cruz. La Biblia nos enseña que Jesucristo es la cabeza de la Iglesia como se establece en el versículo que encabeza este boletín. También las escrituras declaran que aquellos que hemos recibido a Jesús como nuestro Señor y Salvador, somos el Cuerpo de Cristo y todo está sometido bajo sus pies. Padre, oro para que el entendimiento de todos los que decidieron leer este boletín no duden ni por un minuto que nuestra fe está puesta en el único Dios, él que nos amó de tal manera que no tuvo reparo de hacerse hombre y cumplir con su asignación de ir a la cruz para pagar por nuestra deuda. Jesús, es nuestro Señor y hoy somos libres porque él vino a deshacer las obras del diablo. Él nos hizo libres para así vivir vidas llenas de la plenitud en Cristo Jesús. Escrituras recomendadas: Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Juan 8:36 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Juan 8:32 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Efesios 1:22-23 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:9-10 |