Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. 1 Corintios 1:9
La Palabra de Dios nos enseña que Dios es fiel, él guarda su pacto y sus misericordias son nuevas cada día. También nos enseña que todo esto está disponible para aquellos que lo aman y que guardan sus mandamientos hasta mil generaciones.
Así como meditaba en la fidelidad de Dios que representa su naturaleza, también meditaba como él desea que su naturaleza se convierta en la nuestra. Por lo tanto, su fidelidad debe ser parte intrínseca en nuestro ser. En la carta a los efesios, Pablo nos exhorta a que vivamos dignamente para de esa manera vivir en la unidad del Espíritu Santo que es el que nos revela la gracia de Dios y el corazón del Padre. Nosotros estamos respondiendo a su fidelidad y vamos creciendo en esa verdad. Por medio de su fidelidad somos los beneficiarios de su protección, él suple todas nuestras necesidades, tanto en lo económico como en toda área de nuestro existir. Él cumple promesas llenando cada rincón de nuestras vidas y su sí es sí y su no es no. Así debiera ser el nuestro. Cuando Dios ve en nosotros su fidelidad manifestándose eso le deja saber que él puede confiar en nosotros.
Las pruebas que llegan van transformando nuestro carácter, así como vamos alcanzando la unidad de la fe y el conocimiento de su Palabra. El resultado que Dios desea es que alcancemos la estatura del varón perfecto en Cristo Jesús. La Biblia dice que somos olor fragante para Él. O sea, su esencia se convierte en parte de nuestra esencia.
Regresando al tema que nos compete, no hay duda de que una de las áreas difíciles para cada ser humano es mantenernos fieles. Leemos en la Palabra que la fidelidad de Dios es desde la eternidad hasta la eternidad. O sea, no tiene fin porque Dios es eterno. Dios está llamando a cada uno de sus hijos que vivan mostrando su esencia, o sea su naturaleza, entonces la fidelidad debiera ser una de la áreas que debiéramos tomar muy en serio.
¿Cómo yo demuestro fidelidad? ¿Qué es lo que yo permito que influya mi alma? ¿Le estoy dándole lugar a pensamientos negativos que me hablan de que ser fiel no es necesario? Estas y muchas otras preguntas no las podemos hacer para así entender cómo la fidelidad es esencial en nuestras vidas.
Voy a relatarles un ejemplo de gran fidelidad en la Biblia que se encuentra en el libro de Rut. Este libro relata la historia de una familia que se trasladó, en un tiempo de hambruna en Israel, a la región de Moab. El padre y sus dos hijos fallecieron y quedaron tres mujeres viudas y desamparadas. Noemi, decide regresar a Belén y les pide a sus nueras que regresen a la casa de sus padres. Orfa decidió regresar, pero Rut toma la decisión de continuar al lado de Noemi y le declara unas palabras que muchos de nosotros conocemos: “Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que solo la muerte hará separación entre nosotras dos.” Rut 1:16-17
Esta historia enfatiza la fidelidad de una mujer; una mujer que no era parte del pueblo de Israel. Las escrituras muestran que ella tomó una decisión de obrar con fidelidad hacia una mujer que la había amado como una hija y donde ella había aprendido a adorar al Dios de Israel. En los momentos más difíciles de la vida de Noemi, ella no la dejaría sola; ambas se protegieron manifestando una fidelidad inigualable. Rut pudo haber dejado que Noemi regresara sola a Belén, o haberse dado por vencida al cabo del tiempo, pero no fue así. Rut se mantuvo fiel a la mujer que le había mostrado el amor y la fidelidad de Jehová.
La historia de Rut es una de la fidelidad de Dios trayendo redención a estas mujeres y restaurando todo lo que habían perdido. También plasma la gran fidelidad que se produjo entre estas dos mujeres que honraron a Dios con sus vidas y fueron testigos de las bendiciones para ellas y su descendencia.
De nuevo preguntémonos: ¿Estoy siendo fiel a mi Dios? ¿Estoy honrando sus principios con mis acciones? La Palabra me enseña que todo lo bueno viene de parte de él. Si es así, es él quien me ha dado todo lo que poseo: familia, salud, empleo, talentos, un techo y un lecho para recostar mi cabeza, la provisión diaria y todo absolutamente todo lo que hoy tengo. Su deseo es que seamos fieles a nuestros conyugues, hijos, padres, hermanos y todo el núcleo familiar; que seamos instrumentos de unidad y no de división. Que la unidad sea un principio por el cual mostremos la fidelidad de Dios. Vivamos dejándole saber a los demás que ellos son importantes para nosotros.
Padre, oro para que sea tu Santo Espíritu que hable al corazón de tus hijos y les muestre que tu fidelidad es uno de nuestros mayores tesoros. Fiel es el que nos amó y perdonó. Hoy nos arrepentimos de toda falta de fidelidad tanto contigo, cómo en cualquier área de nuestra vida. Te pedimos que el Espíritu de Verdad nos muestre y apoye a vivir una vida fiel para así manifestar el Dios que vive hoy y por los siglos donde quiera que nuestros pies pisen y donde quiera que nuestras voces lleguen en el Nombre de Jesús.